Para disponer de datos y contexto más allá de la inmediatez
de lo conocido y publicado extraoficialmente hasta la fecha, en relación a la evaluación de la educación física y el
deporte, se ha hecho un raconto que ilustra al respecto. Desde el momento que se
dio inicio a las campañas presidenciales, como ha ocurrido con anterioridad en
procesos de esta naturaleza, las diferentes sensibilidades políticas pusieron
en sus programas temas relacionados con el deporte y la educación física,
diferenciándose con algunos matices unas de otras posiciones, pero en el
trasfondo de cada una de las declaraciones se observo cierto consenso en
relación al aumento de horas para el sector curricular señalado, como también
la necesidad de evaluar su impacto en la población escolar.
Resuelto el dilema político y una vez asumidas las actuales
autoridades políticas de la actual administración, se comienza a especular
como, cuando y con quien se implementará lo comprometido y plasmado en el
programa de Gobierno. Teniendo presente lo señalado, las respuestas son
parcialmente cubiertas con los anuncios hechos en el mensaje del 21 de mayo,
oportunidad en la cual el Presidente públicamente señala al país:
“Compatriotas, la educación es el principal motor para el
desarrollo y la movilidad social. Es el
mecanismo para que los talentos emerjan y el mérito surja. Es el gran
instrumento para construir el país de las oportunidades.
Porque para mejorar la calidad y equidad de la educación no
existen soluciones mágicas ni balas de plata. Deberemos actuar de manera
oportuna, eficaz y simultánea en al menos 10 frentes.
En quinto lugar, tendremos más y mejores mediciones de
aprendizaje, y no sólo de matemáticas y lenguaje. Para cumplir la meta de
transformar a Chile en un país bilingüe y de deportistas, necesitamos saber de
dónde partimos y cómo vamos progresando. Este año, cuando se tome la prueba
Simce, se agregará una prueba de inglés, y a futuro, una de educación física y
de conocimientos de la tecnología de la información”.
Sebastián Piñera Echenique, Presidente de la República.
A partir del mensaje presidencial, uno de los aspectos más
controversiales y apasionantes de la Educación Física comienza a ser debatido
en diversos círculos, levantándose interrogantes que dan cuenta de la tensión
que en el sistema se ha instalado… ¿Cómo establecer una prueba Simce para la
Educación Física? ¿Con que instrumentos y protocolos se evaluara? ¿Quiénes y
cuando se llevara a cabo la evaluación?, entre
otras preguntas. Simultáneamente, como es natural, el servicio
educacional con sus nuevos profesionales, se ha tenido que abocar a recabar
información sobre una materia, que tiene una historia reciente de aciertos y
desencuentros entre el Ministerio de Educación y el Instituto Nacional del
Deporte.
Entidades que a partir de la promulgación de la Ley de
Deporte N° 19.712, publicada el 22 de
enero del año 2001, estuvieron entre
los años 2002 y 2004, diseñando ítems,
pruebas y protocolos para hacer efectivo el mandato normativo que señala:
“El Ministerio de
Educación establecerá un Sistema Nacional de Medición de la Calidad de
la Educación
Física y Deportiva para ser aplicado al finalizar la Educación
Básica, debiendo consultar previamente al Instituto Nacional de Deportes de
Chile”.
Ley del Deporte N° 19.712, Título I, Artículo 5°, Inciso 4to.
Este tema que hasta hace muy poco estaba enclaustrado en el
Ministerio de Educación, hace su debut extraoficial y sesgado, este lunes 9 de
agosto, cuando el diario de circulación nacional “El Mercurio” informa en su
cuerpo A que se han definido las cinco pruebas que serán aplicadas en octubre a
los estudiantes de octavo año básico. El mencionado medio, enfatiza alguna de
las pruebas a apliocar, señalando que:
“Dentro de las pruebas, el Gobierno confirmó que se
encuentra una medición del Índice de Masa Corporal (IMC), una encuesta de
hábitos de vida y, como evaluación principal, el Test de Cooper, aquel en que
el evaluado debe correr a un ritmo constante durante 12 minutos, esforzándose
al máximo. También adelantaron que la medición no quedará allí: durante la
enseñanza media serán vueltos a evaluar para comparar sus resultados en el
tiempo”.
Teniendo estos antecedentes como telón de fondo, la
comunidad de la Carrera de Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física,
dependiente de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago de
Chile, ha debatido este tema con todos sus docentes y hace presente a la
comunidad y autoridades las siguientes opiniones:
En primer lugar adhiere a la necesidad de contar con un
procedimiento evaluativo para el subsector curricular respectivo.
Nos parece que evaluar es parte del problema y que una vez
resuelto el protocolo de implementación de la evaluación, se debe debatir sobre
la estrategia a adoptar para enfrentar los resultados que arroje la evaluación.
Que la Educación Física, por la naturaleza de su disciplina,
requiere un abordaje que conjugue dimensiones cualitativas y cuantitativas.
Que desde el año 2002 existe una definición de calidad de la
Educación Física a la cual se adhirió colectivamente desde el Consejo Académico
Nacional de Educación Física CANEF, que representa a la totalidad de escuelas
de Educación Física.
No sólo hacemos estas observaciones sino que nos parece
fundamental como casa de estudio tener presente las siguientes recomendaciones:
Que cuando faltan sólo dos meses para que los alumnos/as de
8° básico sean evaluados en un escenario epidemiológico adverso, es fundamental
hacer recomendaciones al sistema escolar y la familia, tendientes a advertir
que las pruebas a aplicar en particular el Test de Cooper puede afectar a
quienes tienen algún trastorno metabólico (sobrepeso, obesidad, diabetes
melitus) o antecedentes hereditarios
vinculados a deficiencias cardiorespiratorias.
Se necesita preparar a los evaluadores, para resguardar el
rigor de los protocolos y no lamentar resultados adversos o inconsistentes,
dado que el Test de Cooper requiere condiciones que difícilmente se podrán
encontrar en todos los establecimientos del país.
La aplicación del Test de Cooper no es recomendable a una
población de reconocido riesgo, tal como lo señala la literatura e
investigación especializada, advirtiendo que test submaximales, en su práctica
son máximales especialmente en sus últimos tramos.
“Si algo caracteriza al niño en estas edades, es la gran
capacidad para desarrollar esfuerzos continuos pero moderados a alta frecuencia
cardiaca (García y García 1985).
“Esta mayor frecuencia cardiaca del niño respecto al adulto
es origen de diferentes factores anatomo-fisiológicos: menor tamaño del corazón
(70-80 %), pulso basal mayor (20%), respuesta cardiaca mayor, menor desarrollo
de la arteria aorta y de la red capilar periférica y aumento mayor de la masa
muscular esquelética respecto a la del miocardio” (Martin 1989).
Que existen otras alternativas para evaluar la resistencia
aeróbica, sin mayor riesgo colectivo y con la aproximación de docentes y
evaluadores que les permitan advertir a los estudiantes la necesidad de
detenerse a tiempo antes de llegar a un umbral de esfuerzo limite.
Que en el imaginario de la población escolar, está presente
el “síndrome del semáforo”, que podría inducir a sostenedores, docentes
directivos, docentes y padres a exigir a sus hijos más allá de sus capacidades
para no quedar nuevamente rotulados como establecimiento en riesgo pedagógico.
Que podríamos abrir una conversación académica este semestre
tendiente a debatir interdisciplinariamente y llegar a consenso respecto a los
instrumentos a utilizar en la evaluación de los estudiantes de 8vo. año básico
y aplicar definitivamente las pruebas en marzo y diciembre del año 2010,
analizando el valor agregado de la actividad motriz del verano y del año escolar.
Finalmente reiteramos lo señalado anteriormente y quedamos a disposición de las autoridades
de educación y deporte para colaborar con este esfuerzo nacional, que
representa un hecho histórico para la Educación Física y el Deporte en edad
escolar.
Etiquetas:NOTICIAS